Olga Viza, madrina del máster en Periodismo BCN NY: «En el periodismo actual hemos confundido el debate con el conflicto»

Olga Viza
Olga Viza
Entrevista | Académico | Entrevistas
(17/04/2024)
La periodista Olga Viza es la madrina de la nueva promoción del máster en Periodismo BCN NY. Durante más de cuarenta y cinco años de trayectoria profesional, ha trabajado en varios medios, sobre todo televisivos, como Televisión Española o Antena 3, donde dirigió y presentó los informativos. También es un referente en el periodismo deportivo. Entre los galardones que ha recibido, figura el Premio Ondas para profesionales de la comunicación, en la modalidad de televisión. 
Olga Viza
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17/04/2024
La periodista Olga Viza es la madrina de la nueva promoción del máster en Periodismo BCN NY. Durante más de cuarenta y cinco años de trayectoria profesional, ha trabajado en varios medios, sobre todo televisivos, como Televisión Española o Antena 3, donde dirigió y presentó los informativos. También es un referente en el periodismo deportivo. Entre los galardones que ha recibido, figura el Premio Ondas para profesionales de la comunicación, en la modalidad de televisión. 
«Una verdad contrastada es la mejor garantía», aconsejó Viza a los nuevos titulados del máster en Periodismo BCN NY. Esta titulación, que acaba de abrir el período de matriculación para su vigésimo quinta edición, se basa en la colaboración entre la Universidad de Barcelona y la prestigiosa Escuela de Periodismo de Columbia, en Nueva York. Ofrece una enseñanza práctica que incluye el desarrollo de habilidades y prácticas para la carrera periodística. El alumnado procede tanto de enseñanzas del ámbito de la comunicación como de otras disciplinas, y el profesorado está formado por profesionales tanto españoles como internacionales. Con motivo de la ceremonia de graduación del máster, Olga Viza ha reflexionado sobre algunos aspectos de la profesión. 

¿Cómo entiendes la formación en periodismo y qué papel debe tener la universidad? 

Creo que el periodismo tiene una parte teórica muy importante, que es el fundamento, y tiene que ver con el uso de la lengua y con los conocimientos de la historia, la sociología, el derecho... Pero, después, debe haber una parte que te vaya abriendo el mundo práctico: debes hacer entrevistas; debes saber qué es una redacción; debes saber cómo se hace un diario, cómo se escribe una pieza de diario o cómo colgarla en un digital. Y en la facultad deben enseñarte a hablar. 

Si miras atrás, ¿cuál es la principal diferencia respecto de cuándo empezaste en el mundo del periodismo? 

La sociedad es otra. Tu receptor es otro: piensa de otra forma, tiene otras herramientas al alcance para informarse. Cuando empecé, solo había una televisión, había pocas emisoras de radio, no existía el señor Google… Yo he vivido la espectacular evolución de todo esto. Y veo las nuevas necesidades y las nuevas dificultades. Iñaki Gabilondo siempre dice una frase cuando habla de la sobreinformación: «En caso de inundación, lo primero que escasea es el agua potable». Cierto: cuando hay sobreinformación, lo único que nos queda son los que verifican, que comprueban. 

¿Qué te gusta y qué no te gusta del periodisme actual? 

Me gustan muchas cosas. Las herramientas me parecen maravillosas. Puedo enseñarte los altillos de mi casa: están llenos de archivos. Me gusta el lenguaje; lees noticias de hace veinte años y la redacción era muy ampulosa. Me gusta cómo se redacta. Me gusta la originalidad, que hay gente que se atreve a hacer cosas distintas. Y me gusta que no seas solo un periodista de prensa, radio o televisión. Todo es intercambiable, el lenguaje es el mismo. ¿Qué no me gusta? Que hemos confundido el debate con el conflicto. Esto es lo que menos me gusta. 
«Una verdad contrastada es la mejor garantía».
Si miramos atrás, como directora de informativos, ¿cuáles eran las presiones más difíciles de resistir? 

Trabajé en la empresa de un empresario periodístico. La televisión era de Antonio Asensio, que era un hombre que había invertido el dinero en la prensa, en los medios de comunicación, tal y como hizo Polanco. Eran los dos únicos. Entonces yo estaba muy acompañada. Asensio tuvo problemas con el gobierno, y fue a declarar. Yo recuerdo que le llamé y le dije: «Antonio, abriré el informativo con tu imagen entrando en la fiscalía». Y me respondió: «Lo que tú consideres». ¿Eso quién lo dice hoy en día? Se ha ido totalmente atrás con esto. Lo que existe ahora no son empresarios periodísticos: son grandes empresas. Lo que sí tenemos son buenos editores y directores competentes que cortan el fuego. Tampoco tuve grandes presiones de audiencia, porque era una televisión nueva y teníamos margen. Y nos iba bien, porque hacíamos un periodismo que no estaba mediatizado. 

En esta promoción del máster en Periodismo BCN NY la gran mayoría son mujeres. Para desarrollar una carrera profesional, ¿deben tener en cuenta algo más que los compañeros varones? 

Ojalá no. Espero que, cuando ellas acumulen ocho años de oficio, ya tengan directoras. Aquí el secreto es el crupier, el que reparte juego. Si el que reparte juego es un hombre, y es un hombre que piensa en blanco y negro, va a repartir a hombres. Sin embargo, si hay mujeres que están repartiendo juego, que tienen responsabilidades en las redacciones, no habrá ningún problema de diferenciación. 

Trabajaste muchos años haciendo periodismo deportivo. ¿Qué sentimientos te ha despertado el gran impulso del deporte femenino? 

He tenido que pellizcarme. Cuando ganaron el Mundial, ¡tuve que pellizcarme! Con Carolina Marín, Garbiñe, Ruth Beitia, las del balonmano, las del waterpolo, Mireia Belmonte... Es verdad que, cuando tú acompañas a la evolución, sabes qué pasará. Los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 fueron el punto de inflexión, absolutamente. Hasta entonces las mujeres eran dos... A mí me costaba encontrar a deportistas que destacaran. En los Juegos, por primera vez en su vida, el deporte español siguió un método. Trajeron a los mejores entrenadores y psicólogos, hicieron centros de alto rendimiento... Y allí se entrenaban hombres y mujeres. Estaba claro que las mujeres, con las mismas posibilidades o facilidades de entrenamiento, saldría adelante. Y llegó la primera medalla de oro del deporte femenino en unos juegos olímpicos, que fue la de Miriam Blasco, en judo. ¿Y qué ocurrió? Que ese verano Gemma Mengual era voluntaria de los juegos, Mireia Belmonte empezaba a nadar... Ya había referentes. Solo era cuestión de esperar.