Roald Hoffmann, ciencia y arte

Reportaje | Institucional
(20/01/2023)

«Estoy muy orgulloso de haber sobrevivido a un Premio Nobel», dice Roald Hoffmann, premio Nobel de química en 1981 y doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona en 1992. Laureado junto a Kenichi Fukui por haber descifrado el papel de los orbitales moleculares en las reacciones químicas, Hoffmann (Zólochiv, 1937) es también un transgresor de las fronteras de la ciencia, un viajero apasionado de la literatura, la poesía y las humanidades, e incluso de la belleza de algunas moléculas.

«La curiosidad debería formar parte de la vida de las personas. Ciertamente, deberíamos enseñar a los niños a sentir curiosidad sobre qué hace que las cosas funcionen» explica Hoffmann, hijo de una familia polaca de origen judío que vivió la barbarie de la guerra en Europa —durante mucho tiempo estuvo escondido en una buhardilla, y su padre fue asesinado por los nazis— antes de emigrar a Estados Unidos.

Reportaje | Institucional
20/01/2023

«Estoy muy orgulloso de haber sobrevivido a un Premio Nobel», dice Roald Hoffmann, premio Nobel de química en 1981 y doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona en 1992. Laureado junto a Kenichi Fukui por haber descifrado el papel de los orbitales moleculares en las reacciones químicas, Hoffmann (Zólochiv, 1937) es también un transgresor de las fronteras de la ciencia, un viajero apasionado de la literatura, la poesía y las humanidades, e incluso de la belleza de algunas moléculas.

«La curiosidad debería formar parte de la vida de las personas. Ciertamente, deberíamos enseñar a los niños a sentir curiosidad sobre qué hace que las cosas funcionen» explica Hoffmann, hijo de una familia polaca de origen judío que vivió la barbarie de la guerra en Europa —durante mucho tiempo estuvo escondido en una buhardilla, y su padre fue asesinado por los nazis— antes de emigrar a Estados Unidos.

El rigor de la bibliografía científica de Hoffmann se combina con su sensibilidad poética en obras como The metamict state (1987), Gaps and verges (1990), Memory Effects (1999), Catalista (2002), Soliton (2022), o la pieza de teatro Oxygen, escrita juntamente con Carl Djerassi. Durante la conversación, la pintura Narciso, del maestro del barroco italiano Caravaggio, que ilustra la cubierta de su ensayo sobre ciencia The same and not the same evoca la ciencia de la estereoisometría, cuando las moléculas son como imágenes reflectidas en un espejo.

Vinculado a la Universidad Cornell (Estados Unidos), Hoffmann ha colaborado con los equipos de Santiago Álvarez y Pere Alemany en la UB, y recientemente ha impartido la conferencia «All the ways to have a bond» en un Aula Magna Enric Casassas de la Facultad de Química, llena de jóvenes estudiantes. En su última obra Los hombres y las moléculas (Auralaria Ediciones, 2022) —una antología bilingüe de sus poemas— nos recuerda que hombres y mujeres no son tan diferentes de las moléculas como pensamos. «Existe una gran diferencia: los seres humanos tienen elección, pueden elegir. Las moléculas, en cambio, no parece que tengan esa opción».

Recibió el nombre de Roald en homenaje al explorador noruego, Roald Admunsen, y también es un gran explorador del conocimiento científico y también de la poesía, el arte, la literatura y la filosofía. Hablamos de mundos con unos lenguajes muy diferentes, pero ¿son más cercanos de lo que pensamos? ¿Cómo podríamos acercarlos?

El arte y la ciencia están cerca en cierto modo, hay cosas que podemos hacer para que se acerquen, y otras que quizás no. Pienso en las acciones de los humanos. Puedes intentar construir una casa tú mismo o puedes contratar a un constructor y que lo haga él. Probablemente lo contrates, porque él tiene las herramientas y la experiencia. También puedes intentar hacerlo tú y quizás obtengas algún beneficio. Sin duda, habrá funcionado, te habrás ahorrado algo de dinero. Hay cualidades tanto del arte como de la ciencia que todos los humanos deberíamos tener, pero se quiere que sólo las tengan los expertos. Por eso he mencionado el constructor. Es una buena idea que la gente intente ser creativa de distintas formas y que esto sea la esencia del arte. También hay que ser curioso, por supuesto, pero hay cosas que serán más beneficiosas si están en manos de los especialistas. Creo que las personas probablemente se sentirían mejor si pudieran introducir algo de curiosidad en su vida y si la estructuraran de algún modo para generar alguna actividad creativa. Pero esto no quiere decir que tengan que hacerlo.

La curiosidad puede ser tan simple como cuando miras una escultura del parque Güell. Cuando fuimos, le dije a mi mujer «esto es un dragón». Y ella decía: «creo que es un lagarto». ¿Qué diferencia hay entre un dragón y un lagarto? ¡Lo puedo buscar! ¿Me ocupo de buscarlo? Pues sí. Y también puede ser interesante encontrar lo que pensaba Gaudí sobre lo que había diseñado y lo que dice la gente que es. Hay toda una estructura de intereses en torno a cualquier cosa. Creo que ninguna de estas cosas son arte ni ciencia. Pero esa curiosidad por algo que Internet nos facilita es maravillosa y debería formar parte de la vida de las personas.

Me gustaría poder enseñar muchas cosas a científicos y artistas para que reflexionen. Una es la de las imágenes en un espejo. ¿Por qué el reflejo es distinto? Esto es importante en nuestro día a día: hay toda una ciencia de la estereoquímica en torno a esto (muestra el cuadro Narciso, de Caravaggio en la portada de su poemario) en concreto, en el espejo. ¿Por qué es distinto? En realidad, Caravaggio lo ha observado cuidadosamente, la imagen del espejo es más oscura que la original; el artista ha pintado esto más oscuro que aquello. En realidad, esto es también lo que busco cuando veo una escena, el reflejo de un objeto. Hay alguna razón para que la imagen reflejada sea más oscura, pero en algún momento dejo de pensar en esto y me digo… ¡mira esta rodilla pintada por Caravaggio! ¿Cómo sé que es una rodilla? Si no lo parece, ¿cómo reconocemos que lo es? Porque esperamos que ese punto del cuerpo lo sea. Estoy hablando tanto de ciencia como de curiosidad, esto es parte de la humanidad.

¿Esta fascinación por el arte, por las humanidades, en su caso, cómo ha sido recibida por la academia?

En mi caso, se ve como algo de color en un buen químico. Eso es todo. Hay tantas cosas por preguntarse al respecto. Pero creo que, siendo realista, nadie vería mi interés sobre el arte si yo no fuera bueno como químico. Pero me tomo la molestia de colar algo de arte dentro de mis trabajos en química. Quizás esto le da color, o se ve de otra manera. Quizás esto permite a los artistas valorar un poco el arte. Si no como arte, al menos como una forma de comunicar, de enseñar. Soy afortunado, pero he tenido que trabajar para entrar en el mundo del arte. Me interesan las opciones artísticas que hace la gente, a mí me gusta verlo como una selección artística. También me gustaría que los científicos se dieran cuenta de las selecciones artísticas que hacen. Eligen formas de representar las cosas para poder comunicarlas mejor, pero también de una manera más acertada para la gente. Hay cierta elección psicológica en todo esto.

¿Ha encontrado más libertad personal en el mundo del arte o en la química?

Desde una perspectiva externa, se diría que en el arte hay más libertad individual. Por otra parte, yo puedo hacer ciencia de cierto nivel si experimento un alto grado de libertad individual. En parte, estructuré mi investigación para poder observar una molécula tras otra, y de algún modo, he ido avanzando a través de diferentes partes de la química, interesándome por todo excepto por la química biológica, aunque admiro las opciones ingeniosas de la química biológica, a menudo puedes sentirte culpable por no trabajar en cosas que son útiles para la humanidad por el diseño de fármacos nuevos. Pero he tenido mucha libertad en la ciencia y creo que muchos de mis estudios así lo revelan. También defiendo que, para entender los hechos científicos, los diferentes lenguajes se tienen que acercar.

Ha vivido la parte más oscura de los seres humanos, pero también la más brillante. ¿Es la poesía un pasaporte para sobrevivir a la barbarie?

No. Primero, la poesía no estaba cuando era joven y sobrevivía. Yo sólo vivía. Creo que esa necesidad de sobrevivir es muy fuerte. Si has sobrevivido a algo, sea cual sea, tienes una opción interesante. Las personas que sobreviven a un accidente, una explosión, tienen la opción de mirar la parte oscura si quieren. Esa cara oscura que puede verse reflejada en el suicidio de Primo Levi. Algunos piensan que se suicidó porque tenía ese sentimiento de culpa por haber sobrevivido, mientras que otros no pudieron. Quizás era una señal de depresión, y la depresión no tiene nada que ver con la supervivencia. Si conoces a alguien que haya sufrido depresión o bien la has vivido tú, sabes que es una situación donde uno mismo es el prisionero de una enfermedad. Y reaccionas de una forma concreta.

Esto no significa que esté en contra de Primo Levi, estaba tan deprimido que quiso acabar con su vida. Pero también tenía la opción de expresar alegría o interés por la vida por haber sobrevivido, dándole las gracias a Dios o a quien sea, esto depende de la religión de cada uno. Es interesante ver que hay gente que ha sobrevivido a una matanza y le da las gracias a Dios por haber sobrevivido. Es raro, pero no pasa nada si dicen esto, quizás todo fue por casualidad. Es que no sabemos cómo darle las gracias al azar. En ciencia, sería una pequeña digresión. Hay una palabra, serendipia, que es el descubrimiento por casualidad. Ahora podemos decir «esto es serendipia, ha pasado y me he aprovechado». Tiempo atrás habrías dicho «¡gracias a Dios!», es una manera diferente de decir lo mismo.

Tampoco estoy tan lejos de todo lo malo que me ocurrió cuando aquello empezó. Fue un acto de supervivencia. No una acción activa por mi parte sino de mis padres, y sobrevivimos. Podría haber pasado que yo estuviera muy triste, como Levio que me alegrara porque había sobrevivido. Pero podría comprometerme a llevar a cabo acciones para que cosas así no volvieran a ocurrir nunca más.

Por eso, he hecho algunas cosas y en algún caso con personas de aquí. El profesor Pere Alemany me ayudó a impartir unos talleres en Oriente Medio en 2006. Reunimos a grupos pequeños, tres grupos de personas de países árabes, de Israel y de Irán, para enseñarles un poco de química. Yo tenía mi teoría, lo que en Estados Unidos se llama el principio del Cuerpo de los Marines: si juntas grupo de varias personas y les das un incentivo para sufrir juntos, se unirán como grupo. Esto es lo que ocurre cuando entras en el ejército, ya son amigos para siempre. Así que cogimos a los estudiantes árabes, israelíes e iraníes, y les dimos algo que no tendrían en ningún otro lugar: un curso intensivo de química. Les hicimos trabajar tanto que estaban enfadados con nosotros, pero hacían equipo entre ellos.

A veces tienes la sensación de que cuando hay poder, hay un hombre; cuando hay trabajo por hacer, hay una mujer.

Hablando de química, usted recibió el Premio Nobel de química en 1989 con sólo 44 años. Era un científico muy joven. En todo este tiempo, ¿podría destacar algún descubrimiento que haya sido revolucionario en el mundo de la química?

Cierto, fue hace mucho tiempo. Personalmente, estoy muy orgulloso de haber sobrevivido a un premio Nobel. Te preguntas qué harás después, te lo pregunta la gente. El libro que escribió Toni Morrison después de recibir el Premio Nobel fue analizado de otra forma después de obtener el premio. Así que estoy feliz de haber sobrevivido. Esto no suena a supervivencia, pero aquí estoy, y hablando de química, también de filosofía, poesía… Pero he sobrevivido y todavía soy científico. Después del Nobel he hecho tanta química como había hecho antes.

¿Qué podría haber hecho? Podría haber trabajado como gerente, rector de la universidad… Encaminarse hacia las direcciones de las instituciones es habitual. No fui por ahí, y estoy orgulloso.

Pero usted me ha hecho otra pregunta. Creo que ahora resulta más fácil determinar la estructura de las moléculas. Podría destacar también el descubrimiento de moléculas, como las que tienen forma de una pelota de fútbol —los fullerenos, el más conocido el bucksminsterfullereno— que no se conocían antes. También existen redes de moléculas que ya existían, pero ahora se ha demostrado su utilidad. Ha habido descubrimientos de bioquímica como los que nos han permitido obtener las vacunas para el COVID-19. También todos los descubrimientos del mundo del ARN como molécula biológica importante…

La microscopía electrónica nos ha permitido ver moléculas, y las técnicas que he mencionado en la charla en la facultad —escaneo, microscopía, etc.— son nuevos tipos de microscopía que nos permiten ver las moléculas. Quizás por mi edad, veo más la continuidad en vez de la diferencia. Habría que preguntarle a alguien más joven, cómo ven ellos qué es revolucionario. Ahora, si pienso en el aspecto de mi despacho, o aquí mismo, la diferencia que veo —aparte del deterioro de los materiales que utilizamos— es el ordenador de la mesa. ¡Y el teléfono! Ni nosotros ni la ficción ni la literatura nunca previeron toda la información que podría proporcionarnos un teléfono.

Y encima, el ser humano no ha mejorado. Y el mundo de Trump ha permitido que salga el mal. Lo siento, pero eso ha permitido que se haga un mal uso de la mejor herramienta que tenemos: el ordenador. Difundir propaganda, falsedades, acosos, intimidación… y decir cosas desde la supuesta oscuridad. Y es la misma herramienta que me permite buscar si aquello es un dragón o un lagarto, y qué quería decirnos Gaudí. ¡Y que no se me olvide! El arquitecto que trabajó con él para hacer ese banco del parque Güell era Jujol, ¡lo recuerdo! (ríe)

Hablemos ahora de paz. En estos momentos tan difíciles, usted es uno de los más de 200 distinguidos con el Premio Nobel que firmaron un manifiesto contra la guerra de Ucrania.

Lo que no sabes es que lo escribí yo; es un secreto no muy bien escondido. Pero en realidad, el manifiesto lo ideé yo, y lo escribí. El peor problema es conseguir que un grupo de personas egocéntricas se pongan de acuerdo, que pongamos dos palabras juntas. Esto a Rick Roberts se le daba muy bien, pero lo escribí yo, y tuve que investigar para poder hacerlo. Para escribirlo tuve que investigar. De todas formas, hemos elaborado un manifiesto de gloriosos premios nobel protestando. ¿De qué sirve? Esto ayuda al espíritu de la gente ucraniana pero aparte de esto no mucho más. No es algo realmente práctico, son tiempos terribles.

¿Cree que la voz de los científicos tiene suficiente peso para la sociedad actual?

Tiene poco valor. La ciencia tuvo valor durante la segunda guerra mundial, fue valorada en todas partes, en la creación de armamento y su mantenimiento. No se escuchó a la ciencia en absoluto en el bando americano en la discusión límite que llevó al lanzamiento de la bomba atómica. Aquello fue una decisión militar. La inmensidad de aquella arma superaba a cualquier otra, y era una preocupación para la humanidad. Creo que, con el tiempo, alguien va a utilizar las armas atómicas. Es más probable que lo hagan estados pequeños o personas atrapadas en varias pasiones que sobrepasan el equilibrio racional, equilibrio que impidió que los rusos y los americanos usasen esas armas, por lo menos un par de veces, como se ha descubierto.

Por lo general, tengo algunas dudas sobre la voz de los científicos. ¿Es su voz la de la paz? Parecería que sí, por la ética general de la ciencia, un conocimiento que compartimos lo más libremente posible. Pero no se trata de compartir libremente. El conocimiento libre es hermoso cuando no tiene valor alguno. Si el conocimiento vale millones de dólares, los científicos no se lo explican tan fácilmente. Guardarán secretos y se protegerá información para que no se comparta. Así que hemos inventado un sistema de patentes de una forma fantástica. Tengo algunas dudas sobre los científicos dirigiendo el mundo, como si alguien nos dejara serlo. Una duda que tengo, y tiene que ver con mi interés en la humanidad, es que, los científicos son tan propensos a establecer normas y reglamentos que son demasiado estrictas. Estas reglas, supuestamente favorecen a la razón, pero traspasarían límites. Para crear un mundo en el que todos queremos vivir, necesitamos el temperamento de las humanidades y las artes. No sé si me fío de los científicos. Aunque parecen personas más racionales en varias cosas.

En su conferencia en la UB, ha recomendado a un público muy joven que no sea impaciente, y que lleven los conceptos al límite. Para usted, ¿cuál sería el mensaje para que las jóvenes generaciones compartan la pasión por el conocimiento, el arte y la poesía?

El mensaje de llevar las cosas al límite se entiende en el contexto de lo que dije. También lo es el de forzar hasta el límite, pero respetando a la humanidad. Estas ideas son intelectuales. Me viene a la cabeza que hace poco leí una biografía del Marqués de Sade y algunos de sus escritos originales. Una persona en estado de demencia al final de su vida, pero que creía en llevar las cosas al límite. Pero esto implicaba dañar a las demás personas, y no es el límite al que queremos llegar.

Creo que lo que debemos fomentar en nosotros mismos, en los jóvenes y en los demás, son las ganas de saber. El comentario del dragón es un ejemplo. El mundo está tan abierto al conocimiento y al mismo tiempo está abierto al abuso de ese conocimiento. He mencionado cómo se utiliza Internet, y se puede ver en el tiempo perdido con los videojuegos. No hay nada malo en jugar a los videojuegos, pero cuando se convierte en una obsesión, es un problema. Creo que deberíamos animar a la gente a conocer el uso de las herramientas que el mundo ha puesto a su alcance.

Necesitamos templar este conocimiento con una apreciación de la condición humana y de la ética. Esto incluye considerar la ética que implica las actividades de Internet o decir algo malo sobre alguien. Creo que alcanzar este conocimiento de la ética y la condición humana no se consigue a través de libros de texto de ética sino leyendo novelas. Las novelas son en realidad los grandes instrumentos de cómo se comunica la gente, de cómo comportarse o no en determinadas situaciones. También pienso que debemos relajarnos un poco y animarnos a hacer algo más espiritual.

Por «espiritual» no me refiero a algo religioso, aunque pueda tener una forma religiosa. También podría ser limpiar la casa de tu madre —si te lo permite—, o podría ser alguna forma de voluntariado, o mirar el cielo de noche. Esto es un acto espiritual porque mirar el cielo nocturno sin preguntarse qué son las constelaciones también es interesante. Mientras lo miras, tienes la sensación de que lo estás mirando pero que también hay otras personas en el mundo haciéndolo, y ese sentimiento es un acto espiritual. Compartir este acto no tiene nada que ver con la religión sino con dedicarse a la contemplación y la mirada a la naturaleza. No está de más saber algo sobre los planetas. Lo que dije en la charla fue que aprendan tanto como puedan para enseñar a hacer las cosas con respeto a los seres humanos y disfrutando un poco con uno mismo entrando en la condición espiritual. A veces complicado, pero necesario.