El águila perdicera en Cataluña: de la amenaza a la conservación

El águila perdicera está considerada como una especie en peligro en el continente europeo.
El águila perdicera está considerada como una especie en peligro en el continente europeo.
Investigación
(26/10/2015)

Más del 95 % de las muertes de águilas perdiceras en Cataluña durante las últimas décadas están causadas por los accidentes con líneas eléctricas y la persecución humana. Aplicar medidas de corrección al trazado eléctrico para evitar la electrocución de aves —la principal causa de mortalidad en la especie— es una estrategia clave y efectiva para reducir el número de aves electrocutadas en el entorno natural, tal y como revela la monografía El águila perdicera en Cataluña: de la amenaza a la conservación. Aplicaciones a la mitigación de la electrocución, publicada ahora por los expertos Joan Real, Antonio Hernández Matías, Àlex Rollan y Albert Tintó, del Equipo de Biología de la Conservación, vinculado al Departamento de Biología Animal y al Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, en colaboración con la compañía Endesa.

El águila perdicera está considerada como una especie en peligro en el continente europeo.
El águila perdicera está considerada como una especie en peligro en el continente europeo.
Investigación
26/10/2015

Más del 95 % de las muertes de águilas perdiceras en Cataluña durante las últimas décadas están causadas por los accidentes con líneas eléctricas y la persecución humana. Aplicar medidas de corrección al trazado eléctrico para evitar la electrocución de aves —la principal causa de mortalidad en la especie— es una estrategia clave y efectiva para reducir el número de aves electrocutadas en el entorno natural, tal y como revela la monografía El águila perdicera en Cataluña: de la amenaza a la conservación. Aplicaciones a la mitigación de la electrocución, publicada ahora por los expertos Joan Real, Antonio Hernández Matías, Àlex Rollan y Albert Tintó, del Equipo de Biología de la Conservación, vinculado al Departamento de Biología Animal y al Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, en colaboración con la compañía Endesa.

Cerca del 80 % de las poblaciones europeas de águila perdicera o perdiguera (Aquila fasciata) se encuentra en el territorio peninsular. La especie, que fue descrita en 1822 por el naturalista Louis Jean Pierre Vieillot, también se conoce como águila de Bonelli, en homenaje al ornitólogo Franco Andrea Bonelli, quien la documentó por primera vez en 1819. El águila perdicera, que suele encontrarse en cordilleras, colinas o desfiladeros fluviales en el área mediterránea, está considerada como una especie en peligro en el continente europeo.

 

Cuando el hombre transforma el paisaje natural

En Cataluña, hasta mediados del siglo pasado, existía una notable población de águilas perdiceras distribuidas de norte a sur a través de las cordilleras litorales y el Prepirineo. Sin embargo, durante la década de los 90 se detectó un abandono progresivo de los territorios ocupados tradicionalmente por la especie. Todo indicaba que, en el entorno natural, el proceso de electrificación de zonas rurales y la instalación de torres eléctricas podía estar relacionado con el aumento de los casos de accidentalidad por electrocución de las aves y, de rebote, con la disminución de la especie.

Para dar respuesta a esta problemática, el Equipo de Biología de la Conservación de la Universidad de Barcelona — desde 1980, un grupo de referencia en la investigación sobre la ecología de esta especie y en la aportación de soluciones para mejorar su conservación— estableció diferentes convenios con distintas entidades. Estos acuerdos han permitido hacer el seguimiento científico de la población del águila perdicera en Cataluña durante tres décadas y analizar los principales parámetros demográficos, la viabilidad de la población y los principales factores implicados en la conservación de la especie.

Así pues, la nueva monografía expone los principales resultados obtenidos de 1980 a 2014 por los convenios firmados por el Equipo de Biología de la Conservación de la Universidad de Barcelona, la Diputación de Barcelona, la compañía Endesa, y la Fundación Miguel Torres, y por los proyectos financiados por los ministerios de Educación y de Ciencia e Innovación.

 

Un protocolo para evitar la electrocución y mejorar la supervivencia del águila perdicera en Europa

La nueva publicación incluye aspectos de la biología de la especie, el censo de su población en los últimos treinta años y un análisis de su viabilidad.

Una de las innovaciones más destacables de la investigación expuesta en la monografía, es el desarrollo de un protocolo de mitigación de la electrocución. Este protocolo se centra en detectar las áreas de Cataluña donde la electrocución tiene más impacto, para focalizarse posteriormente en los territorios más peligrosos hasta llegar a los soportes concretos (puntos negros) que provocan la mayoría de electrocuciones. Para ello se utilizan una aproximación progresiva y modelos predictores de las áreas y soportes de mayor riesgo de electrocución. Este procedimiento permite optimizar en más de un 70 % los recursos dedicados a la corrección (dinero y tiempo), y a la vez obtener unos efectos muy positivos sobre las águilas. La prueba pionera que se realizó en el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i lʼObac y alrededores ha permitido reducir la mortalidad de las águilas de un 23 a un 0 % en los últimos años. Estos resultados, muy relevantes en conservación, se han publicado en revistas de prestigio internacional, como Journal of Wildlife Management (Estados Unidos) y Biological Conservation (Gran Bretaña).

En definitiva, los gestores de la especie y las compañías eléctricas disponen ahora de un protocolo muy eficiente que podría aplicarse al resto del territorio y a muchas otras especies afectadas por la electrocución.

Tal como explica el profesor Joan Real, jefe del Equipo de Biología de la Conservación, «uno de los grandes valores de este protocolo de mitigación es el trabajo sinérgico y recíproco llevado a cabo por los responsables de la conservación (Diputación de Barcelona), la investigación (Universidad de Barcelona) y las compañías eléctricas (Endesa)».

«Esta aproximación multidisciplinar —continúa—, además de mejorar los procesos y conocimientos de todos los interlocutores, ha demostrado ser muy eficiente para solucionar el problema de la electrocución, que ahora mismo es una de las amenazas importantes para la conservación de muchas especies de aves amenazadas en todo el mundo». Desgraciadamente, sin embargo, en gran parte de Cataluña siguen muriendo águilas perdiceras electrocutadas, así como muchas otras especies, y «sería bueno poder aplicar este protocolo con carácter de urgencia, ya que la población catalana de águila perdicera no es autosostenible a causa de la excesiva mortalidad por electrocución: solo con que cada año se evitara la electrocución de entre 2 a 4 individuos de águilas, la población sería autosostenible y se reharía», subraya Real.

 

Proteger las rapaces, proteger la biodiversidad

En la actualidad, la población de águila perdicera en Cataluña se mantiene estable e incluso está colonizando nuevos territorios. Según los autores, en el resto de la península ibérica se ha producido un fuerte declive durante las tres últimas décadas, y en el sector norte se encuentran los núcleos poblacionales con mayor riesgo de desaparecer.

Tal y como apunta Joan Real, «las aves son uno de los representantes más destacados de los ecosistemas mediterráneos, que se caracterizan por un alto nivel de biodiversidad». Pero muchas especies están amenazadas por las nuevas actividades humanas que transforman los hábitats y potencian la mortalidad de la avifauna. «Por ello, aplicar protocolos que optimicen la mitigación de los impactos por parte del hombre es fundamental para conservar las poblaciones de aves. En el caso del águila perdicera, una especie emblemática en los ecosistemas mediterráneos, la reducción de estos impactos sobre la especie tiene un efecto beneficioso para toda la biodiversidad», concluye el experto.