Un equipo científico describe efectos beneficiosos del vino tinto sobre la flora intestinal
Según el estudio, el consumo moderado de vino tinto tiene efectos beneficiosos sobre la microbiota intestinal.
Investigación
(06/07/2012)
Investigadores de la UB, del Centro de Investigación Biomédica en Red -Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) y del proyecto Fun-C-Food (programa Consolider Ingenio) han constatado que consumir vino tinto, de manera moderada, mejora la microbiota intestinal gracias al efecto de sus polifenoles. Según el estudio, publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, estos compuestos permiten mantener una flora intestinal equilibrada que puede proteger contra afecciones como los trastornos intestinales, las enfermedades inflamatorias, el cáncer y la obesidad, entre otras.
Según el estudio, el consumo moderado de vino tinto tiene efectos beneficiosos sobre la microbiota intestinal.
Investigación
06/07/2012
Investigadores de la UB, del Centro de Investigación Biomédica en Red -Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) y del proyecto Fun-C-Food (programa Consolider Ingenio) han constatado que consumir vino tinto, de manera moderada, mejora la microbiota intestinal gracias al efecto de sus polifenoles. Según el estudio, publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, estos compuestos permiten mantener una flora intestinal equilibrada que puede proteger contra afecciones como los trastornos intestinales, las enfermedades inflamatorias, el cáncer y la obesidad, entre otras.
Los polifenoles son compuestos de origen natural presentes en determinados alimentos (fruta, verdura, vino, café, té o chocolate) con numerosos beneficios sobre la salud. En este nuevo estudio se analiza el potencial efecto prebiótico de los polifenoles del vino y se intenta comprobar qué influencia ejercen sobre la microbiota intestinal.
El trabajo está coordinado por el Dr. Francisco J. Tinahones, investigador principal del CIBERobn y jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga. Según los expertos, es importante profundizar en el conocimiento de los mecanismos de acción de los polifenoles en el organismo y conocer cómo se transforman y en qué órganos y tejidos se localizan. En este proceso podrían tener un papel clave las bacterias intestinales, capaces de transformar los compuestos fenólicos en nuevas sustancias que realmente podrían tener impacto sobre los procesos patológicos implicados en el desarrollo de enfermedades.
Como explica Cristina Andrés Lacueva, profesora del Departamento de Nutrición y Bromatología e investigadora principal del Grupo de Investigación Metabolómica Nutricional y de los Alimentos de la UB, que forma parte del programa Fun-C-Food, «el vino posee compuestos no digeribles como las proantocianidinas, que llegan intactas al colon, donde serían metabolizadas, gracias a la microbiota, en ácidos fenólicos. Éstos sí se absorberían, con lo que ejercerían su efecto protector. De este modo, los polifenoles del vino podrían tener un efecto prebiótico beneficioso».
«La diversidad de bacterias existentes en el intestino humano —continúa la experta— es enorme y varía según los individuos, de manera que los efectos de los componentes ingeridos podrían ser diferentes según la flora microbiana de la persona. Por ello, resulta importante llegar a conocer el perfil de microorganismos o de microbiota intestinal de los individuos».
El Grupo de Investigación de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos centra su actividad de investigación en estudios de metabolómica, una técnica indispensable en la biología de sistemas. Las líneas de investigación del grupo, que colabora activamente con equipos internacionales, incluyen estudiar nuevos biomarcadores robustos, seguros y sensibles, basados en su biodisponibilidad y en su actividad y relacionados con la ingesta de determinados alimentos (marcadores de consumo), y explorar de manera simultánea distintas rutas metabólicas para comprender cómo se asocian a la obesidad, el envejecimiento y la reducción del riesgo cardiovascular, los denominados marcadores de riesgo de enfermedad.
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