Por qué la frustración es necesaria y puede ser positiva para el aprendizaje

10/03/2025
Anna Forés Miravalles | Profesora Facultad de Educación

Anna Forés Miravalles

Profesora Facultad de Educación

Observemos la siguiente escena: Adrián, de diez años, se sienta a hacer los deberes de matemáticas. Tras leer el enunciado del primer problema, se levanta enfadado y grita: “¡¡No entiendo nada!!”. Acto seguido, abandona la tarea y protesta a su madre, quien pacientemente se sienta con él y le explica lo que tiene que hacer. Es probable que, con más o menos esfuerzo y discusiones, ambos terminen de hacer la tarea. Pero ¿hay otra manera de ayudar a Adrián? 
La frustración de Adrián es una emoción natural. ¿Quién no se ha sentido frustrado alguna vez ante una tarea que parece demasiado difícil o que nos exige demasiado esfuerzo o que no sale tan fácilmente como esperábamos? 

Pero cualquier docente o padre sabe que tratar con un niño que tiene poca tolerancia a esta emoción puede ser un reto. Aprender a comprenderla y aceptarla es un elemento importante de la vida. Muchas veces vivimos la frustración como una emoción no deseada, pero desde la neuroeducación sabemos lo importante que es en el aprendizaje. 

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation